La profusa actividad como lobista internacional del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero tiene una de sus patas esenciales en Iberoamérica, gracias a los contactos que en el pasado le facilitó el exministro y ex secretario de Organización socialista José Luis Ábalos.
Venezuela, pero también Perú, Centroamérica, y sobre todo Colombia, son países en los que Zapatero ha tenido entrada de la mano de Ábalos, ligado a actividades de cooperación y asesoría política en América Latina desde hace cuatro décadas a través de la Fundación Fialdelso, puesta ahora bajo la lupa de la investigación de la trama Koldo.
Las relaciones políticas entre el expresidente del Gobierno y el exministro de Transportes se remontan a hace veinticinco años y se han definido durante este tiempo por su ambivalencia: Ábalos fue el hombre de Zapatero en la federación socialista valenciana y su labor en la recogida de avales resultó crucial para que este se convirtiera en secretario general del PSOE en aquel congreso de infarto de julio de 2000 en que se impuso por solo nueve votos a la candidatura de José Bono, a la que se sumaban las de Rosa Díez y Matilde Fernández.
Pese a la lealtad mostrada por Ábalos, con un acreditado olfato por apostar al ‘caballo ganador‘, este quedó fuera de la ejecutiva federal salida del congreso que ungió a Zapatero como líder del PSOE.
En su lugar, el nuevo secretario de Organización del partido, José Blanco, optó por cubrir la cuota valenciana con la dirigente Gloria Calero, exalcaldesa de Sagunto y hoy senadora territorial, una política átona de la cuerda de Ábalos que luego se incorporaría al equipo de Blanco en el aparato de Ferraz a petición del propio exministro.
Otros personajes relevantes en el socialismo valenciano, como Ximo Puig y Joan Ignasi Pla, se habían sumado a los carteles de Díez y Bono, respectivamente.
Fiadelso como excusa
Las razones del veto nunca fueron desveladas. Sin embargo, con posterioridad, Blanco ha venido explicando en círculos reducidos que, ya entonces, en el PSOE se recelaba de las actividades desarrolladas por Ábalos a través de Fiadelso.
Sin embargo, estas reservas no impidieron que, con posterioridad, el expresidente del Gobierno se acercara a Ábalos con el doble objetivo de lograr su mediación para congraciarse con Pedro Sánchez y, a continuación, ‘vampirizar‘ también la tupida red de influencias que el exministro había cultivado durante años entre la clase política y empresarial de países iberoamericanos en los que Zapatero ya había puesto el ojo con el objetivo de desarrollar su labor de lobby.
La victoria de Sánchez en las primarias de 2017 tras haber sido descabalgado de la secretaría general un año antes llevaron a Zapatero, que había apoyado a Susana Díaz en ese proceso, a buscar la mediación de Ábalos como vía de introducirse en el engranaje del sanchismo
Durante los años del zapaterismo, el hoy diputado del grupo mixto transitó por algo muy parecido a un periodo de ostracismo político en los que ocupó responsabilidades de una relevancia muy relativa, como vicesecretario general del PSPV (2004-2008) y concejal en el Ayuntamiento de Valencia (1999-2008).
La irrupción de Pedro Sánchez y su victoria en las primarias de 2017 tras haber sido descabalgado de la secretaría general un año antes llevaron a Zapatero, que había apoyado a Susana Díaz en ese proceso, a buscar la mediación de Ábalos como vía de introducirse en el engranaje del sanchismo donde, a partir de entonces, no ha hecho sino incrementar su influencia.
Introductor en el Grupo de Puebla
La ayuda del hoy exministro se dejó notar, con la peculiaridad de que el nuevo auge de Zapatero en el PSOE y en el Gobierno discurrió paralelo a la pérdida de confianza que se fue operando en Sánchez respecto a Ábalos, principal artífice de su triunfo orgánico y muñidor de la moción de censura que el 1 de junio de 2018 lo encumbró a la presidencia del Gobierno.
Ábalos fue también determinante en la introducción del expresidente socialista en el Grupo de Puebla, el foro izquierdista integrado por exmandatarios y presidentes en ejercicio de países iberoamericanos y del sur de Europa con cuya tarjeta de visita Zapatero comenzó a implicarse en las políticas de diferentes países latinoamericanos. Fue el caso de Bolivia, donde ejerció labores de ‘mediación’ en crisis internas motivadas por el enfrentamiento entre el presidente del país, Luis Arce, y Evo Morales, ambos del mismo partido.
Venezuela, Aldama y Delcy
Pero es en Venezuela donde la actividad de Zapatero ha resultado más vidriosa. Como ha informó Vozpópuli, el expresidente del Gobierno redobló su papel de representante ‘oficioso’ del PSOE ante el chavismo tras comprobar que el empresario Víctor de Aldama, facilitador del rescate de Globalia, tenía una interlocución fluida con el Gobierno venezolano, particularmente con su vicepresidenta, Delcy Rodríguez. Y para ganar influencia ante el régimen chavista, se valió igualmente de Ábalos, con importantes contactos en esa órbita.
Así, por ejemplo, el entonces secretario de Organización socialista mantenía una estrecha amistad con el diplomático venezolano Félix Plasencia, quien ha ocupado las carteras de Turismo y Asuntos Exteriores en los gabinetes de Maduro. Plasencia viajaba en el mismo avión que Delcy Rodríguez la noche en Barajas del 20 de enero de 2020, el conocido ‘Delcygate‘.
En lo relativo al hoy exministro de Transportes, la implicación del expresidente en asuntos relacionados con Venezuela tiene su plasmación en el rescate de la aerolínea Plus Ultra: Ábalos ha manifestado públicamente que él se enteró de la operación cuando estaba sentado en la reunión del Consejo de ministros en que se aprobó. Los detalles sobre la presión que Zapatero ejerció a través del entonces número dos ministerial, Pedro Saura, los reserva para ámbitos más privados.
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